La simbiosis: Persiguiendo y encontrando a Silvia a la vez

Los libros de Persiguiendo a Silvia y Encontrando a Silvia son una clara evidencia de la evolución de la madurez de una persona. En este caso, la de Silvia, una joven madrileña que inicia una aventura "amorosa" con su jefe en el trabajo. Ella es espontánea y se deja llevar por lo que siente en el momento. Nunca actúa de manera racional y se deja arrastrar por las pasiones que el cuerpo le pide en el instante. El amor le ciega por completo y no es consciente de que lo que está experimentando no es lo mismo que experimenta su jefe y ahora, su actual pareja, Álvaro. En cambio, Silvia solo se centra en la partida que está jugando con ese partidazo de hombre. No presta atención a lo que ocurre alrededor del tablón de mesa. Su mejor amiga Bea, su hombro izquierdo y su familia, el derecho durante toda la trama de ambas novelas.

    Sin embargo, cuando Gabriel aparece en escena. Silvia está en una de sus primeras etapas evolutivas de la obra. Por su cabeza ronda la importante decisión de si dejar al inmaduro Álvaro o seguir arrastrándose en sus encantos. No obstante, Gabriel le hace abrir los ojos de manera diferente. Experimenta sensaciones completamente distintas al concepto de amor que ella tenía. La cabeza que había perdido por el que era su jefe la había vuelto a encontrar. Ahora la Silvia de siempre pasa a ser mucho más valiente y madura que antes. Álvaro ya no le importa, le ignora por completo, ya que ella ha encontrado esa felicidad que necesitaba. Sin embargo, él sigue intentando contactar con ella. Necesita saber si está bien. Por otro lado, Silvia está viviendo dentro de un sueño. Tiene todo lo que quiere y no le hace falta nada más. Pero algo empieza a oler mal, Gabriel ha vuelto a envolverse en el ambiente de las drogas y sus ganas por quitarse la vida aumentan a cada paso que da. No hay nada más que hacer en ese pozo al que ha caído. Él debe de recuperarse y ella renuncia por primera vez a quedarse con él.             Ahora debe de valerse por sí mismo y Silvia debe de volver a sus orígenes para encontrarse y ganar confianza en ella misma. Tanto es así que Álvaro ha cambiado y esto ha hecho que Silvia se comprometa a casarse con él. De nuevo, Gabriel aparece por última y definitiva vez en escena. Esta vez para quedarse, romper fronteras y convencer a Silvia de que ha cambiado de que ya no es el mismo y que se ha arrepentido de todo lo que ha hecho. Ella acepta. Renuncia a todo y decide quedarse con él. 
    Este último tramo de la novela, Silvia pasa por todos los escenarios en los que ha estado desde que conoció a su jefe, hasta que se fue a vivir con aquella estrella del rock. Pasa por ellos en poco tiempo y esto le hace sentir lo que era y lo que ahora es, a pesar de las dificultades por las que ha pasado.

    Silvia es, en sentido figurado, una mártir en el campo del amor. Vive la vida sin frenos a pesar de que esta le da muchos palos, idas y venidas. Carga con sus cruces allá por donde va y esto le hace ser lo que es ahora: una mujer fuerte, decidida y valiente. Vive por y para los demás. Para satisfacer al mundo primero, y para pensar en ella misma después. A lo largo de las dos novelas, Silvia va sentada sobre un columpio que se tambalea de una emoción a otra, de una situación a otra, de una persona a otra...No consigue estabilizarse sobre aquel péndulo que no para de moverse para encontrar su sitio idóneo para encajar en cómo ella es y cómo la califica la sociedad. No obstante, en el último momento, Silvia consigue mantenerse firme sobre una superficie segura y que no oscila a pesar de los golpes y vientos fuertes que le llegan de vez en cuando a su vida. Desprevenidos, improvisados como la novela en sí.


Elísabet Benavent

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