Ahora nadie nos ayuda a levantarnos. Todo viene de cero y de dentro. El banco está vacío, la infancia se ha terminado y el tiempo nos consume como una colilla entre los labios de la ansiedad y del estrés. Viajamos a contrarreloj en un océano sin horizonte y la llave de la libertad nos da la garantía que deseamos. Tres deseos no eran suficientes para llamarnos genios. Ahora decidimos con la llave en mano, alcaldesas de nuestra propia ciudad, desafiando el error y alabando el éxito. Sin genio que valga. Aprendemos a distinguir colores con la ceguera en nuestros ojos y tanteamos el presente con incertidumbre, con los pies en el suelo y con la palabra "arriesgado" enfrente nuestra con cada paso que avanzamos. Delicado y arriesgado, como una caja con el cartel "muy frágil" a bordo, en la bodega del avión de la vida. Como pólvora a punto de iniciar una guerra o de encender cientos de fuegos artificiales. Nadie lo sabe, nadie cuida de nosotros, nadie nos hiere. Sabemos y cuidamos de nosotros mismos. Porque nadie nos lame las heridas, nadie es capaz de representar nuestra silueta en el impío lienzo. Ellos "empujan", nosotros "tiramos". Aprendemos a caminar sobre el hilo de la vida sin necesidad de que nos cojan de la mano. Ahora nadie nos ayuda a levantarnos. Siempre hacia delante, sobre el hilo tensado. Equilibrando el bien y el mal, avanzando. Reduciendo tiempo libre y aumentando oportunidades. Genio me concedió tres deseos: madurez, evolución y vista para poder ver las cosas de diversa manera. Me ayudó a levantarme y a prender el miedo para hacerlo cenizas.

 |
| The end of the F***ing World |
Comentarios
Publicar un comentario